La primera vez que decidí quedarme para siempre

Una vez vi romperse en lágrimas a la vida
recuerdo que pensé
en cómo darle las gracias por aquello
sin que sonara egoísta

Recogería los trozos cada día
en que quieres estar y no es aquí
aunque lleguen a cortar
con la facilidad de las palabras hechas trizas
me sangren las manos
y tenga que cerrar muy fuerte los ojos
para no soltarte

Hemos tardado tanto en decir "Te quiero"
que ahora que no le tenemos miedo
temo que lo digamos más con la boca
que con los hechos
eso me entristece un poco

A veces hay que saber acoger al dolor
acariciarlo
besarle el lado bonito
acurrucarse en él
pero saber susurrarle la despedida
a tiempo

A los humanos
nos horrorizan tanto las pérdidas
que cuando nos damos cuenta
ya no nos sale el adiós
y es el dolor quién nos acaricia
quién nos besa
quién se acurruca

entonces es demasiado tarde.



Algo así cómo

Aquí nunca nada
ni nadie
ha regalado nada
lo cierto es que la felicidad
tampoco iba a ser una excepción

Cuándo todos nos concienciemos 
de que está dentro de cada uno
y la encontremos 
y acariciemos 
y decida que sí
que se queda
que ya era hora

el problema es
que la felicidad suele llevarse consigo
todas las letras que soltamos
cuando todo lo demás
aprieta tanto
que escribes por llorar
de alguna forma
todo lo que sangras

(A veces pienso
que hay demasiados muertos
en vida
y que no debe haber nada más triste
que estarlo
y ni siquiera tener un sitio
donde descansar)  

Y será por eso
porque el fin de la poesía
sería el fin
de la magia que esconden
los ojos
las manos
las bocas
en fin
de todos los nombres que les ponemos
a todas las piernas del mundo
y de sus interiores

Entonces
porque la naturaleza es sabia
y un poco hija de puta

Siempre habrá alguien que escriba
intentando salvar su vida 

Y lo peor
es que tendremos que dar las gracias
cómo hacemos cada día 
con los que dicen protegernos de los malos
mientras nos apuntan con el arma 
entre las costillas

Quien bien te quiere no te hará llorar
si no es de risa
a veces ni eso

Tengo que decir
que la felicidad es algo así
a cómo cuando te corres
y  todo se concentra en un punto
que termina por estallar
de tal forma
que necesitas sacarlo fuera
en un grito que no es de guerra
sino de ausencia

Sí, la felicidad es algo así
a cómo cuando te corres
pero por dentro
intenso

y breve.







Siempre llegamos después de haber apretado el gatillo.

Jugar a la ruleta rusa
con palabras que perforan más
que una bala entre ceja y ceja.

Al menos nadie nos salvará de la muerte.

Para encontrarnos al otro lado del mundo
escupirnos sin piedad todo el amor
del que oímos hablar en los libros
sin saber que lo guardábamos
y sólo nos faltaba abrir las manos.

No hay mayor tesoro que el que se posee sin saberlo
mientras nos convertimos en posesiones
de quién da mucho menos por nosotros
que nosotros mismos.

Porque buscar a otro
no es más que otra forma
de buscarse uno
mal buscado
y dejándose los trozos por el camino.

Todos tenemos secretos
que no podrían salvar al mundo
pero sí a nosotros de él
si el miedo no nos impidiera utilizarlos.

Mientras, asustados
por creernos lo propio en lo ajeno
nos defendemos cómo sólo las personas sabemos
hacia dentro
sangrándonos

Jugando a la ruleta rusa
con palabras que perforan más
que una bala entre ceja y ceja.




























Creo que te puedo escribir.

Creo que te puedo escribir.
No te conozco. Y te puedo escribir. 
Y creo, también, que es justamente por eso. 
Lo explica la manía que tenemos las personas 
de hablar más
cuánto menos sabemos.


Y cuándo viene el "ahora qué hacemos"
Testigo de tantas preguntas sin respuesta 
y de respuestas que no hacen sino pedir de rodillas 
que te dignes a formular la pregunta
que el propio dolor duele menos que la incertidumbre. 
Y el daño que nos infligimos 
cuando somos tan ingenuos de permitir 
quedarnos un rato pensando con nosotros mismos. 
Y eso sí es saber de heridas internas. 


Creo que te puedo escribir. 
Y digo que no te conozco porque los años 
sólo nos han enseñado a vivir cómodamente
 en la utopía de nuestra entrepierna. 
Y hemos inventado vidas 
en todos los sitios que bautizamos de fluidos 
que tienen de todo
menos algo que ver con lo que somos de verdad. 
Con quienes somos de verdad. 
Y bien sabemos 
que no era más que una llamada de socorro. 
Que pedíamos a golpe de orgasmo
 perder de vista un rato la rutina.

Y que bien se nos daba.

Tengo tus máscaras guardadas bajo llave
por si algún día te quedas sin ninguna
y decides venir en su rescate.

Tendrás que entrar con la guardia por bandera
tapándote  de todo menos el cuerpo.
No nos arriesguemos
y vayamos a conocernos.

Sería una gran putada descubrir
que, a fin de cuentas
sólo me había estado follando
al amor de mi vida. 











Sólo de salir a ver mundo sin despedidas.

Hace poco más de una semana, alguien a quien admiro y tuve el placer no sólo de escuchar en un recital de poesía en Valencia, sino de mantener una agradable charla con él, me habló de lo importante de escribir, de no dejar de hacerlo, que sientas, que inventes, pero escribir sobre algo; el amor, una calle… Hacerlo, de alguna forma. (Consiguió más de lo que él creía que hacía, seguro)


Y bien…


Yo, que llevo dos blogs y con ellos, casi tres años a la espalda. Que nunca se me dio muy bien explicar de puertas hacia afuera, que todavía no conozco mi motivo, pero a veces creo que es una forma de entenderme. O encontrarme. Incluso a veces me leo y me gusto, fíjate tú.

Y  he leído e intentado aprender de los Grandes, y los Grandes me han llevado a otros por lo menos, que lo eran tanto como ellos. Y así hemos crecido.

Ahora que los 25 ya no duelen, y no doler es no escribir. Escribirte. Escribirle.

Que 1827 sólo deja el recuerdo de Fleming y el pasado de un año, que jamás viví y sobre todo, vivimos.

Es ahora, que ha venido alguien a recordarme que hay que desvestirse de vergüenzas y después de tanto tiempo ha conseguido que lo medite, y no he tardado ni diez minutos en decirme que sí, que claro que tiene toda la razón del mundo y dónde coño me había metido en el durante.

Bueno, que he pensado y lo he pensado. Y he abierto fuerte los ojos y los sentidos. Y la ventana con el viento de las respuestas, que nunca nos dignamos a escuchar.

Y me he encontrado en un bucle de sexo y a veces desamores con complejo de amores. Y para qué explicar, si de eso, sabemos todos un rato.

He encontrado puñados de letras manchadas de semen, y no me he puesto romántica, sino cachonda. Aunque sigo esperando al listo que me enseñe la diferencia. Porque entre sus piernas, juro, que siempre me han sabido igual.

Hoy es el día, cómo diría otro maestro, de hacer “borrón y cuento nuevo”. Una vez más. Que ya van tres.


Y a ver, si cómo dicen y yo no creo, a la tercera, va la vencida.